Respecto al palio, poco cabe decir, una imagen vale más que mil palabras, y la puesta en escena de ese palio resulta sobrecogedora en muchos aspectos, tanto en el estético como en el artístico, pasando también por el andar de su cuadrilla. Una maravilla en todos los aspectos.
Podemos decir que la Hermandad de la Oración, una vez más, deleitó con pinceladas de clasicismo, de buen gusto y, en definitiva, de Hermandad grande. Digo Hermandad grande porque, simplemente, lo es.
Merece ser apreciada de cabo a rabo, desde su Cruz de Guía hasta el último músico de la banda del palio. Si me permiten el atrevimiento, la llamaría el Silencio Blanco de Huelva, porque evoca a todo eso y mucho más...
Para una hermana de la Oración
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